El congreso de los ratones

Contaremos aquí una historia muy curiosa que te gustará. Se trata de una familia de ratones, conformada por papá ratón, mamá ratona, ratoncito y ratoncita, quienes eran hermanos. También había otros ratones mayores que eran los abuelos y las abuelas.

Resulta que esta familia no vivía en una casa para ratones, sino que estaba residenciada en la despensa de una casa. ¿Qué te parece? ¡Si, así como lo estás imaginando!, una despensa igual a la de tu cocina, donde tu mamá guarda los alimentos.

Pues estos ratones decidieron irse a vivir en una igual y allí dentro eran muy felices. Ratoncito y ratoncita pasaban los días correteando de un tramo a otro de la despensa, mientras sus papás y abuelos los veían y disfrutaban de sus travesuras.

Su único inconveniente era que debían cuidarse mucho, de un gato enorme que era de los dueños de la casa. Este gato se creía el dueño y señor de todo el espacio donde estaba la despensa. Apenas se movía de allí para comer. Siempre estaba vigilante pues tenía una sola intención: atrapar a la familia de ratones.

No importaba si era de día o de noche, el gato enorme permanecía en el lugar y esto les hacía sentir mucho miedo a la familia de ratones. Ante esta situación pensaban que no podían seguir viviendo así. Fue entonces cuando decidieron hacer una reunión para plantear alguna solución a este problema.

El ratón mayor los convocó y les dijo:

  • Familia ratona, he pensado que algo debemos hacer juntos para solucionar este asunto. Este gato no puede mantenernos aquí acorralados, necesitamos salir de esta despensa de vez en cuando. Entonces quiero saber qué ideas pueden aportar porque ¡No es justo que vivamos así con tanto miedo y encerrados!

Papá ratón dijo muy atento:

  • ¡Quiero hacer una propuesta! se me ocurre una estupenda idea. ¿Qué les parece si atamos un cascabel al gato, y así sabremos en todo momento dónde anda?

Esta propuesta les pareció genial a todos los integrantes de la familia de ratones y así la aceptaron por unanimidad y el papá ratón se sintió orgulloso de su gran ocurrencia.

Aplaudieron y rieron de felicidad ante la idea de librarse de este felino que los acechaba a todas las horas del día.

Solo de imaginar que con el cascabel estarían protegidos, les llenaba de esperanzas. Ya se sentían salvados, porque obviamente el cascabeleo les avisaría de la llegada del gato, que ya se había convertido en su enemigo y así podrían salir de la despensa cuando lo desearan. Con toda seguridad, apenas sonara el cascabel, todos tendrían tiempo suficiente para ponerse a salvo.

En medio de la celebración se escuchó repentinamente una voz que rompió la magia. Era de nuevo el ratón mayor quien quiso volver a intervenir diciendo:

  • ¡Por favor familia, hagan silencio!

Ante esa voz todos se detuvieron para escuchar con atención lo que quería agregar el ratón. Y este dijo:

  • Ahora debemos pensar en algo muy importante: ¿Quién de todos le pone el cascabel al gato?

Al oír esto, los ratoncitos se quedaron repentinamente callados, mirándose unos a otros, porque no podían contestar a esa pregunta.

Un silencio sepulcral se hizo en el ambiente. Y cada ratón de la familia se fue retirando de la reunión. Unos cabizbajos y otros contrariados. Lo cierto fue que todos volvieron de nuevo a sus lugares dentro de la despensa.

Papá ratón que fue el de la idea, se rascaba la cabeza por la incertidumbre que le produjo la pregunta del ratón mayor. Él mismo no tenía una respuesta.

De esta fábula se extrae una importante moraleja que a todos nos sirve para nuestra vida en comunidad: Es muy fácil expresar ideas,  pero es difícil llevarlas a cabo.

Por ello frente a una dificultad, piensa en todas las alternativas que sean posibles realizar, antes de proponerlas a otros.

 

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