El Hombre Caimán

Dice la leyenda que mucho tiempo atrás, hubo un pescador, apasionado por las mujeres y muy enamoradizo. Tenía por costumbre expiar a las mujeres de la Plata (población costeña de Colombia), que se desnudaban para bañarse en las calientes aguas del Río Magdalena.
Pensando y previniendo que podrían descubrirlo cuando estuviese observando a las mujeres entre los montes, se dirigió a la Alta Guajira. Lugar donde se encontraba un brujo muy famoso, al que le diría que le hiciese una preparación o brebaje, para que lo convirtiera por pocos minutos en un Caimán.
De esta manera, las damas bañistas no se darían cuenta, ni tendrían sospechas que estaban siendo observadas por algún hombre y así, convertido en Caimán, podría deleitarse a su antojo viendo plácidamente a las bañistas.
El brujo le preparó dos brebajes al ocioso hombre. Una de esas pócimas era de color rojo que precisamente era la que lo convertiría en Caimán y la otra de color blanco, lo convertiría de nuevo en hombre.
Montenegro, que así se llamaba aquel personaje, paso bastante tiempo disfrutando de su invento ingenioso y observando mujeres a su antojo cuando se bañaban en el río Magdalena.
Pero sucedió que un día, su amigo que era el que le echaba el brebaje no pudo ir con él al río, para hacerle el ritual de la pócima. Buscó a otro compañero para que lo ayudara. Al echarle la pócima, fue tanto el asombro y susto al ver aquel Caimán, qué pensó que era de verdad.
Inesperadamente, dejó que la botella blanca se le cayera con el líquido que lo haría hombre otra vez. Antes de desperdiciarse la pócima por completo, solo unas gotas del brebaje salpicaron la cabeza de Montenegro, ahora convertido en Caimán.
De esta manera, su cuerpo quedó con la forma de Caimán y con cabeza de hombre. Cuenta la leyenda que este ser se convirtió en el espanto y terror de las bañistas, quienes presas del pánico ante aquel ser monstruoso, jamás se volvieron a acercar a bañarse en el río Magdalena.
Sin embargo, su madre fue la única persona que tuvo el atrevimiento de ir hacia el hombre caimán a tratar de ayudarlo en su difícil situación. Lo visitaba todas las noches en el río para darle cariño y consuelo y también llevarle sus comidas favoritas, queso, vasijas de yuca y un pan que mojaba con ron, que por cierto le gustaba mucho.
No pasó mucho tiempo, y su madre afligida por su situación, murió de dolor y tristeza. Ella trató de dar con el brujo quien le preparó la pócima, pero todo fue inútil, porque este ya se había muerto.
Al final el hombre-caimán, completamente solo se dejó arrastrar por el río Magdalena hasta Bocas de Ceniza, que es su desembocadura, área fronteriza con Barranquilla.
Al conocer la historia de Montenegro, los pescadores siempre están pendientes de capturarlo en el río o los manglares pantanosos.
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