El Perro Negro

El Perro Negro

La leyenda de aquel perro negro, era muy conocida en mis tiempos de juventud. Muchas veces, presos del miedo, todos los muchachos que también escuchaban los cuentos de terror y apariciones, nos acostábamos en la misma cama, por culpa de esos tenebrosos relatos que nos hacía entrar en pánico.

Generalmente, las apariciones ocurrían a los viajeros nocturnos, cuando iban por caminos y senderos solitarios. Casi siempre los que veían estas apariciones o salían asustados, eran hombres, arriesgados y valerosos que acostumbraban a pernoctar en algún lugar solitario de noche y luego seguían a otro lugar lejano donde amanecían.

Uno de estos avezados jinetes, lo fue un señor de mi pueblo de nombre Briceño, que según la leyenda, fue integrante de montoneras que surgían durante la guerra en muchos sitios del Estado Trujillo y no le temía a nada, ni a las mismas apariciones contra las cuales se había enfrentado.

Contaba Briceño, quién siempre cabalgaba una muy fuerte mula, que muchísimas veces, durante la oscuridad de la noche, llegó a ver un gran perro negro, de cuyos ojos brotaba candela y que lo seguía durante largos trayectos por esos solitarios y largos caminos.

Relataba que la primera vez que le ocurrió la aparición del perro negro, fue una noche muy oscura, cuando solitario cabalgaba sobre su mula por unos largos senderos. De repente la mula se puso inquieta y se negó a seguir adelante. Entonces se dio cuenta que un enorme perro negro se interpuso en su camino, le gruñía y lo miraba fijamente con sus ojos brotados en candela.

Aquel hombre viéndose en gran peligro, no se amilanó ni retrocedió, por el contrario, tomó la decisión de dirigirse hacia el perro negro y le dio espuelazos a su mula y le enrumbó hacia el espanto y la hizo brincar por encima del perro negro.

La mula corcoveaba y graznaba presa del pánico y su dueño la agarraba muy fuerte, tratando de controlarla para no caerse de la silla.

El Perro Negro

Así pasaron ese momento tan terrible, contra el espanto infernal y diabólico. Ya habiendo pasado por encima del perro negro con ojos de fuego y a unos metros de distancia, el asustado hombre, volteó para ver hacia atrás, sobre su cabalgadura y entonces con estupor observó que el perro negro se había convertido en una gran fogata de candela.

Luego se volvió a transformar en perro negro con ojos de fuego y comenzó a correr y daba saltos de rabia y furia mientras los perseguía con mucha violencia, durante gran parte del camino oscuro y solitario.

El jinete, al día siguiente se puso a revisar el estado de la noble mula y se percató que tenía las patas quemadas por el fuego del espanto. Cuentan los lugareños que les ocurrió lo mismo a otros avezados jinetes de la noche, con historias tan terríficas del perro negro de ojos de fuego, que nos ponen los pelos de punta del miedo que sentimos.

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