La Asamblea de las Herramientas

Esta fábula muy ingeniosa, nos cuenta que en una oportunidad, se reunieron en una carpintería, un martillo, un tornillo y un pedazo de lija a fin de plantear y resolver unos inconvenientes que se habían presentado entre dichas herramientas.

Peleaban muy a menudo a pesar de ser muy unidas, se tenían gran cariño y admiración. Pero en esta ocasión ya los ánimos estaban muy caldeados entre ellas y era necesario discutir para tomar una decisión y dar por terminados los enfrentamientos frecuentes entre ellas.

La reunión que en principio se veía con buenas intenciones pronto fue subiendo de tono por el protagonismo que cada una de ellas pretendía tener. Tanto, que ni siquiera se ponían de acuerdo en nombrar a un director de debates para tratar los puntos a discutir en la asamblea.

Al comenzar la reunión, tanto el tornillo como la lija, opinaban que el indicado para presidir el debate era el martillo por su fuerte personalidad. Pronto esta opinión se desvaneció entre ambas herramientas y decidieron cambiar de opinión.

Fue entonces que el tornillo, de una manera muy firme y decidida, dirigiéndose al martillo le dijo:

-Escucha bien esto martillo, nosotros pensamos que tú no debes ser el elegido para presidir esta reunión.

-Haces demasiada bulla y todo lo arreglas a los golpes y en consecuencia, tú no presidirás esta asamblea, no quedas elegido para el cargo.

El martillo se sintió muy enojado por la decisión, ya que se sentía muy preparado y capaz para presidir y plantear los puntos de la reunión y tomar decisiones. Al respecto, exclamó:

- ¡Ah, me van a hacer eso ahora!

- Mira tornillo insignificante, pues tú menos que nadie serás quien presida esta asamblea, ya que únicamente sirves para dar y dar y dar vueltas a tu alrededor, como un idiota.

El tornillo ante las ofensas dichas por el martillo, se puso tan encolerizado que del tiro se puso rojo como un tomate. Ante esto la lija se moría de la risa, porque la situación le pareció muy divertida, lo que no cayó nada bien al martillo y el tornillo.

Este último enfurecido la preguntó a la lija:

- ¿Y de qué te ríes tú lija imbécil?

- No se te ocurra pensar que tú vas a presidir esta reunión, eres tan ordinaria con esa piel arenosa que rasguñas.

- No vas a dirigir un cargo tan importante y yo jamás te daré mi voto.

El martillo terminó dándole su apoyo al tornillo.  Ante tal desprecio la lija contestó:

- ¡Anda pues!, yo tampoco quiero ese cargo.

Ya las cosas habían llegado a tal extremo que estaban a punto de irse a los golpes, cuando de repente llegó el carpintero, trayendo madera fina y las herramientas callaron.

Vieron que se disponía hacer una hermosa mesa, con la ayuda de todas las herramientas, cada una con su función específica.  Así fue y cuando el carpintero se marchó a su casa, las herramientas se juntaron para hablar, pero en esta ocasión con decencia prudencia y educación.

La Asamblea de las Herramientas

Terminaron por aceptar que fueron unos tontos en discutir y ofenderse mutuamente y se dieron cuenta que todos eran necesarios y útiles y vieron la mesa tan bella que habían construido entre todos ellos.

Al final se rieron y se abrazaron muy fuerte y se dieron cuenta que su grupo de trabajo era muy grandioso y valioso. Luego nunca más volvieron a tratar el tema y sus problemas lo dieron por terminado para siempre.

Aprecia tu trabajo, así como el de los demás, que significa tanto como el tuyo. Todos nosotros tenemos siempre muchos conocimientos que aportar a nuestros semejantes.

 

 

 

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