La cigarra y la hormiga

En un caluroso día de verano, se encontraba sentada al pie de un inmenso árbol, la señora cigarra, estaba bastante contenta, ejecutando con su inseparable flauta hermosas melodías.
Tocaba y tocaba una y otra música sin parar y disfrutaba de la visita del sol que la acompañaba, así, día tras día permanecía sentada interpretando canciones y olvidándose del trabajo.
Muy cerca de donde se encontraba pasaba una pobre hormiga exhausta por el peso que llevaba en su hombro. Transportaba consigo un enorme grano de trigo y de tanto esfuerzo, le caían gotas y gotas de sudor sin parar.
La pobre hormiga trabajaba todos los días sin descanso, pues debía tener todo lo necesario para cuando llegara el invierno. Pasaba una y otra vez toda la comida que podía. La cigarra al verla solo reventaba las risas y exclamaba:
-Con un día tan soleado como este, lo único que provoca es estar sentado aquí, disfrutado de hermosas canciones y divertidos juegos.
Y la hormiga le respondió:
-No puedo, estoy almacenando todo el alimento necesario para cuando no pueda conseguirlo.
Se carcajeó sin parar la cigarra y luego le dijo:
-¡No te das cuenta que hay mucha comida en cualquier lugar!
-¡Vamos!
-Diviértete.
La hormiga continuó trabajando sin parar, llevando a su hogar la mayor cantidad de provisiones para cuando llegara el invierno. Así, una y otra vez, cuando pasaba la hormiga, la actitud de la cigarra no cambiaba, siempre se burlaba de ella.
-ja, ja, ja, ja.
De esta manera, pasó la hormiga todo el verano. Poco a poco llego el invierno y efectivamente comenzaron a escasear los alimentos. La hormiga disfrutaba de su casa, ya que había reunido todo lo que necesitaba para estar bien.
Podía jugar, escuchar música y comer todo lo que le apeteciera, además, disfrutaba de una extraordinaria tranquilidad. Ya que tenía todo lo necesario para pasar el frío invierno.
La cigarra muerta de hambre y con mucho frío, fue en busca de la hormiga y le tocó la puerta. Al escuchar el sonido, la hormiga abrió la puerta y se llevó una gran sorpresa al ver a la cigarra. Esta le dijo con mucha vergüenza:
-Amiga no aguanto el hambre y el frío.
-¿Puedes ofrecerme algo de comer y una manta para abrigarme?
La hormiga le respondió:
-¡Qué pasa! ¡Ya no te diviertes!
-Durante el verano no buscaste alimento ni casa, solo te sentías feliz burlándote de mí.
La cigarra arrepentida le dijo lo siguiente:
-Tienes razón ¡Perdóname! No hice caso a tus consejos.
La hormiga cerró la puerta y la cigarra se retiró de la casa, pero la hormiguita que era muy generosa observó a través de la ventana a la hambrienta y temblorosa cigarra.
Sintió mucha lástima por ella, la buscó la llevó a su casa y le ofreció un lugar cerca de la chimenea para que agarrara calor, así como también, suficiente comida. Las dos estuvieron juntas durante todo el invierno, comiendo, jugando, cantando y tocando hermosas canciones.
Así, la cigarra siguió el consejo de la hormiga y se preparó para el próximo invierno.
Hay que ser precavidos, ser bondadosos y compartir con los demás, porque en algún momento puedes necesitar el apoyo de esa persona.
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